martes, 2 de noviembre de 2010

El paraíso de los marihuaneros:

Las rutas de los viajes sin retorno



La venta de droga hoy en día se ha vuelto un gran problema, han aumentado tanto los vendedores como los consumidores de ésta sustancia; sin embargo no es fácil para la policía dar con estas personas.

Por Carolina Araujo Villagra

Alumna del Taller de Crónicas y Entrevistas 2010-II

Como todos los días Antonio Rodríguez se encuentra en el tercer piso, dentro de su habitación preparando los paquetes, paquetitos y paquetotes de marihuana, los envuelve cuidadosamente para vendérselos a sus clientes de siempre y por si llega algún cliente potencial.

Toda la urbanización ya sabe que de aquella casa que ubicada en el Parque La India, a la altura de la cuadra 9 de la Av. Villarán es donde las personas van a comprar droga, pero nadie dice nada, todos se conocen entre sí, mejor proteger a la familia y no meterse en problemas. Incluso serenazgo prefiere hacerse de la vista gorda. Cual Juanito Alimaña, “todos lo comentan, pero nadie los delata”

Todas las noches visitan la casa un grupo de jóvenes, Antonio con el paso de los años ha adquirido la maña para no ser descubierto en la movida:

-¡Habla! ¿Qué te doy?- dice Antonio

-¡Lo mismo de siempre pues!

-¿La plata?

-¡Que desconfianza! Toma, toma, ¡pero dámelo rápido!

El olor es fácil de reconocer, es por esto que suelen hacerlo de madrugada, muy pocos se atreven a hacerlo a horas de la tarde, sin embargo hay quienes suelen arriesgarse, pero se van a una banca de un parque alejada de las personas.

Felizmente casado

Antonio conoció a Rosa hace muchos años, la conoció gracias a unos amigos que tenían en común, se casaron y tuvieron dos hijos, Antonio y Rossana. Eran muy felices, los años pasaron y empezaron a llegar los amigos de sus hijos a la casa ya sea para estudiar o de visita. Rossana tenía su mejor amiga llamada Claudia.

La mejor amiga de Rossana pasaba demasiado tiempo en la casa, al papá de ésta no le desagradaba en nada su presencia, es más, durante las fiestas éste se le acercaba más de lo normal. Es así que, para desgracia de Rosa, Claudia y Antonio se enamoraron, a partir de ese día, todo cambió.

¡Me voy!

Cada vez que Antonio quería salir con Claudia, su esposa le pedía que por favor no se vaya, sin embargo a éste le importaba muy poco el llanto de su esposa, asi se lo impidieran, igual se terminaba yendo con su amante, pero le gustaba hacer siempre lo mismo para poder humillar a su esposa.

Hoy en día, Rosa se encuentra mal, tras años de aguantar maltratos psicológicos por parte de Antonio quien le echaba en cara cada vez que se iba con Claudia. La señora hoy en día no tiene noción de lo que pasa a su alrededor, el hecho de haber tenido a su ex esposo viviendo tantos años tan cerca de ella, pero más que nada el saber que éste vivía con su amante, la terminó por enfermar del todo. Sin embargo, aprovechando su estado, Antonio regresó a la casa donde vivía con sus hijos y su esposa, tras ser abandonado por su amante.

La ventanita

La Sra. Lucía de Loayza, siempre ha sido conocida por una persona muy irreverente, para algunos, es tan grosera como lo es un hombre. Ella siempre está atenta y mirando por su ventana para ver si pasa algún drogadicto y así ahuyentarlos. A la señora no le importa lo que piensen ni lo que pueda pasar. Es tan indomable, que aduce que es “viuda con marido vivo”.

Siempre que tiene la oportunidad manda indirectas a los vecinos aduciendo que ninguno es capaz de hacer algo para erradicar la venta de droga.

En el parque

No hay muchas personas capaces de caminar por ese parque de madrugada, la gente prefiere irse por otro camino para evitar encontrarse con éstos personajes. Sin embargo, hay gente como la Sra. Elizabeth Alva, que pasa sin temor alguno.

Los que en ese momento están sentados en las bancas, saludan a la señora como si la conocieran de toda la vida, al preguntarle si los conocían, ella dice que no, pero es mejor saludarlos para estar tranquilos.

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