miércoles, 24 de noviembre de 2010

Una semana de locura

Un día llegó a oídos del periodista de El Comercio, Eloy Jáuregui, que los locos del Hospital para enfermos mentales “Victor Larco Herrera” se estaban muriendo. Era el verano de 1987 y había una huelga de médicos y enfermeros de dicho hospital; las autoridades no podían solucionar el problema y, el primer gobierno de Alan García, se desentendió del asunto.

Apenas se entera el periodista, decide ir a hablar con el ministro de Salud y le dice:

- Quiero hacer un reportaje.
- Allí solo ingresan médicos, no periodistas – respondió el ministro.
- Pero se están muriendo los locos – replicó el periodista
- ¡Y a mí que chú! Un loco menos significa un niño mejor alimentado.

Ante la negativa del ministro, b uscó otras maneras de ingresar al centro médico para realizar su reportaje pero nadie le prestó atención. Una noche Jáuregui le dice a su esposa:


- Prepárame mi peor ropa, la más cochina, la más vieja, la más usada. Con este tema me ganaré un premio.
- Esa es la que tienes.


Al día siguiente el periodista se encontraba en la cola del Larco Herrera para internarse. Llegó temprano, y fue preguntado por una de las fuerzas de emergencia que había utilizado el hospital debido a la falta de enfermeros. El lugar lucía como un campo de concentración, resguardado con guachimanes armados con pistolas de perdigones. Uno de estos le preguntó:


- ¿Por qué vienes a internarte?
-Porque quiero matar a mi padre, responde el periodista.
-¿Por qué?
- Porque es aprista.

-Anda al pabellón 7, el de “los malditos”, le dijo el guachimán.

Al llegar al pabellón una persona de edad media le hizo una pregunta muy curiosa:

- ¿Dónde te duele?
- En el estómago y de allí me sube a la cabeza – contestó el periodista
- Nunca saldrás de aquí – replicó el interno.
- ¿Por qué?
- Porque los únicos que salen, primero, les duele la cabeza y después, el estómago.


Cuarenta y ocho horas después el periodista quería salir del hospital e irse a su casa. Cuando hablo con el enfermero le dijo:


- ¡Ya me quiero ir a mi casa!
- De aquí no vas a salir – respondió el enfermero.
- Yo no estoy loco, soy un periodista y he venido a hacer una crónica para luego enseñársela a mis alumnos de la Universidad de Lima.
- Todos los que están acá internados son periodistas, le dijo el enfermero.


Seis días más tarde, Jáuregui, bebiendo cañazo y fumando pie decidió escaparse, y con ayuda de los demás enfermos mentales, logró saltar la pared del hospital. Mientras corría durante su escape por las calles del distrito de Magdalena del Mar, escuchó el grito de los internos:


- Sálvanos, sálvanos Eloy, que el hoy es hoy.
- Sálvanos, sálvanos Eloy, que el hoy es hoy.


Veinte minutos después de estar en la calle corriendo, Jáuregui se acercó al paradero más cercano en busca del moradito. No tenía ni un sol y lo único que se preguntaba era como volvería a su casa. Al detenerse el moradito, el periodista subió y se encontró con el cobrador, quien le dice:


- ¡Ya pe’ huevón! Paga, paga, no te hagas el loco

Gracias a éste reportaje y al trabajo del periodista, el hospital mejoró las condiciones de vida para los internos, cifra que en ese tiempo eran aproximadamente 900 050. Sin embargo, la angustia de no tener dinero y el no saber cuál es nuestro destino, son las principales causas de que las personas pierdan la razón. Es por este motivo que la cifra ha aumentado escandalosamene, ahora hay 10 000 000 de enfermos en los últimos 23 años.

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