viernes, 21 de agosto de 2009

Cuando las cosas eran diferentes

Nací casi al final de la primera crisis de Alan García. Mi papá siempre se preocupó para que no nos faltara nada. Cuando estaba en tercero de primaria falsifiqué la firma de mi mamá, pero nunca me castigaron, pues asumieron que era una simple travesura. Como toda niña creía en el hada de los dientes y como olvidar al conocido Santa Claus. Durante mi infancia, cada vez que mi papá llegaba del trabajo, se echaba a descansar. Mientras tanto yo me iba a la casa de mi tío Carlos, quien siempre jugaba conmigo, a pesar de estar cansado. Siempre me llevé bien con él, en realidad es como un segundo papá.

Nunca me gustaron los deportes en los cuales se usaba la pelota. Incluso cuando estaba en el colegio, me cayó una pelota de basket en la cabeza. Algunos deportes los jugaba obligada por mi profesor y para darle la contra sólo me paraba en la cancha, sin hacer movimiento alguno. Siempre fui obediente y orgullosa. Nunca me atreví a “tirarme la pera” ya que me daba miedo ser descubierta.

Siempre me gustó el periodismo, desde que estaba en tercero de secundaria. Mi papá obviamente no estuvo de acuerdo con mi decisión, pero la respeta. Aún recuerdo a un profesor al cual yo quise mucho, que alguna vez me dijo que estaba seguro de que yo llegaría a ser una gran periodista. Cuando lo conocí, era muy serio, pero con el pasar de los años descubrí que también sabía sonreír. Lamentablemente, falleció hace dos años, pero aún lo recuerdo con mucho cariño.

Desde el año pasado las cosas dejaron de ser como eran: a mi tío Carlos le detectaron cáncer al pulmón. La lucha no es fácil. El cáncer ha hecho metástasis, llegando asi al cerebro. Los doctores dicen que solo queda esperar. Mientras tanto él no sabe la gravedad de su estado. El apoyo de toda la familia lo impulsa a no darse por vencido, pero siento que ya no es suficiente. Los dolores y la desesperación son cada día más fuertes.

Este año, mientras cenaba con mi hermana, me dio la idea de aprender a maquillar. Me matriculé y en ese momento me enteré que había un montón de maquillaje del cual yo nunca había oído en mi vida. Un día, bajando las escaleras de la facultad, vi un anuncio que decía “Maquillaje Artístico”. Llamé, y hoy en día sigo aprendiendo a maquillar, he aprendido a hacer moretones, quemaduras y cortes en general. Además maquillo a mi hermana cada vez que sale o cada vez que ella me lo pide.

Soy demasiado sensible. quizás eso fue lo que me llevó a ser sobreprotegida. Siempre fui la más impulsiva, alocada y renegona, en realidad, lo sigo siendo. Además no olvido lo que mi papá siempre me dice “¡No seas terca!” y cómo negarlo.
Me encanta observar a los jóvenes que pasan con sus uniformes y recuerdo la época en que yo era como uno de ellos. ¡Cuánto deseaba terminar el colegio para poder ser grande! Sin embargo, hoy en día quisiera volver a ser uno de ellos.

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