lunes, 16 de agosto de 2010

Imprevisible hasta la muerte

Armando Robles Godoy, jamás pensó que aquel 10 de agosto, su vida pasaría a ser una más de sus historias, el cineasta peruano fue protagonista de un fatídico accidente que, lamentablemente para todos, le costó la vida, dejando así un vacio en nuestro país.

El trabajo propiamente cinematográfico de Armando Robles Godoy lo integran seis largometrajes, y más de una veintena de cortos. Fue a mediados de los años ’60 con “Ganarás el pan”, que la obra más conocida del controvertido director se inicia, para abrir una franja poco explorada hasta ese momento en la cinematografía peruana.

Con las películas de Robles Godoy se abre el primer intento claro de un cine que bien puede ser considerado como de vanguardia. Muchos años después, se puede ver con algo más claridad lo que rodeó a esas obras, de carácter enigmático y barroco. A veces afortunadas, otras no.

Damos un sucinto repaso por ellas, con excepción de su ópera prima, difícil de encontrar actualmente:

En la selva no hay estrellas (1967): es la película más cercana a la estructura clásica que llegó a realizar el cineasta. Pero dentro de esa historia sobre el recorrido tanto mental como físico que realiza un hombre (interpretado por el argentino Ignacio Quiroz) y su botín deseado por un rincón perdido de la selva peruana, ya se deja ver el interés de Robles por dar cuenta de su particular percepción de la realidad de su país,

La muralla verde (1970): ésta es una de las películas más interesantes que se han hecho en Perú. La muralla verde es una película sentida, con auténticos logros. Un momento en el que el director todavía compartía más que solo consignas estéticas gritadas a viva voz.

Espejismo (1972): película más lograda, en términos técnicos. Estamos en un pueblo iqueño del que solo quedan algunos vestigios de lo que fue una gran plantación de uvas propiedad de una familia de terratenientes, cuya realidad e historia es descubierta poco a poco por un pequeño abandonado entre esas ruinas (aunque el tema de la reforma agraria nunca es tocado como tal).
Sonata soledad (1987): Robles radicaliza mucho más sus procedimientos e intereses expresivos, aunque casi siempre rozando la extravagancia y la nulidad. Compuesta por tres partes, que hacen las veces de pretendidas piezas musicales, Sonata soledad muestra a Robles Godoy dando incierta cuenta de los fantasmas de su vida y trayectoria, tanto en la niñez, como en sus relaciones afectivas, o en sus trances con el cine.

Imposible amor (2003): El último “opus” del veterano cineasta, fue terminado en el 2000, pero su estreno se postergó tres años, para solo ser de forma restringida en el Festival de Lima. Y valgan verdades, para ser una película que se pretende testamentaria (donde Robles Godoy suma todos sus puntos de vista y obsesiones de toda la vida), es realmente infame. más aún considerando el creciente culto que se ha venido desarrollando alrededor de su figura en este nuevo siglo, y más aún con la revolución tecnológica, a la que en cierta medida se le agradeció la posibilidad de este capítulo final.

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